Por favor, no me digas que estás fracasado, si crees en el Señor Jesucristo! Estás herido, tal vez; has recibido un golpe tan fuerte que hasta perdiste las ganas de vivir, es posible. Pero, fracasado nunca.
Este es uno de los mensajes del versículo de hoy. La declaración de Jesús es más que una simple profecía relativa a su propia muerte y resurrección: es, también, la promesa profética de que, mientras vivas en este mundo de dolor, el sufrimiento y los ataques del enemigo te pueden alcanzar. Pero lo que el enemigo te haga, por más terrible que sea, no es el punto final de la historia.
Jonás descendió a las profundidades más tenebrosas del mar. Quién podría decir que un hombre, tragado por un pez gigantesco, podría volver a la vida. ¡Era imposible! Jonás estaba acabado. ¿Acabado? Desde el punto de vista humano, tal vez; jamás, desde la perspectiva divina. Después de tres días y tres noches, sucedió lo improbable: el pez lo arrojó vivo en la playa, y la misión interrumpida de Jonás fue cumplida.
Con Jesús sucedió lo mismo: había sido crucificado en la cruz del Calvario, y Satanás pensó que había vencido. Jesús estaba muerto; ¿no es la muerte el fin de todo? Sí, para los seres humanos; jamás, para Jesús. Pero, al tercer día, el cuerpo del Maestro todavía se encontraba en el seno de la tierra, y el enemigo continuaba profiriendo carcajadas de victoria en el universo.
Era el primer día de la semana. Amaneció como cualquier otro día. Pero repentinamente la tumba se abrió; la muerte tuvo que dar lugar a la vida y Jesús resucitó.
¿Sabes lo que Jesús te dice hoy? ¡No temas, aunque todo te parezca perdido! No desesperes, aunque tus ojos no vean la salida; aunque tu día no tenga sol ni las aves canten en tu jardín. Aunque el corazón te repita, una y otra vez, que llegaste al final, no le creas: ¡Dios continúa en el comando de la situación! Dios es vida, y mientras te refugies en sus brazos, no habrá lugar para la muerte.
Jonás descendió a las profundidades más tenebrosas del mar. Quién podría decir que un hombre, tragado por un pez gigantesco, podría volver a la vida. ¡Era imposible! Jonás estaba acabado. ¿Acabado? Desde el punto de vista humano, tal vez; jamás, desde la perspectiva divina. Después de tres días y tres noches, sucedió lo improbable: el pez lo arrojó vivo en la playa, y la misión interrumpida de Jonás fue cumplida.
Con Jesús sucedió lo mismo: había sido crucificado en la cruz del Calvario, y Satanás pensó que había vencido. Jesús estaba muerto; ¿no es la muerte el fin de todo? Sí, para los seres humanos; jamás, para Jesús. Pero, al tercer día, el cuerpo del Maestro todavía se encontraba en el seno de la tierra, y el enemigo continuaba profiriendo carcajadas de victoria en el universo.
Era el primer día de la semana. Amaneció como cualquier otro día. Pero repentinamente la tumba se abrió; la muerte tuvo que dar lugar a la vida y Jesús resucitó.
¿Sabes lo que Jesús te dice hoy? ¡No temas, aunque todo te parezca perdido! No desesperes, aunque tus ojos no vean la salida; aunque tu día no tenga sol ni las aves canten en tu jardín. Aunque el corazón te repita, una y otra vez, que llegaste al final, no le creas: ¡Dios continúa en el comando de la situación! Dios es vida, y mientras te refugies en sus brazos, no habrá lugar para la muerte.
¿Te sientes hoy en el fondo del mar o en el corazón de la tierra? Vuelve los ojos a Dios; reconoce tu insignificancia. Pero, al mismo tiempo, reconoce el poder de Dios y sigue adelante, a pesar de las circunstancias, "porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches". ¿Por qué no lo estarías tú, también?
OWO! Este tema es una excelente seleccion. Necesitaba en el dia de hoy leer algo como esto!
ResponderEliminarwwwaaooo que mensaje me encanta eso me das fuerza para seguil adelanta a los ataques del enemigo , me encanta este tema graciass pastor si q m ayudo
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